La sociedad moderna ha puesto al individuo en el centro de todas las cosas. Ha logrado convencernos que cada uno de nosotros está por encima de Dios, de la Comunidad y de la Naturaleza. Que el individuo está por encima de todo.

Con ese convencimiento cada uno se cree dueño de la verdad y por lo tanto su mente queda cerrada impidiendo que entren dudas, reflexiones o nuevas ideas. Sin mucho indagar naturalizamos que esto funciona así, por lo que se hace difícil realizar una Actualización Doctrinaria en cualquier rubro del conocimiento si no hacemos un clik. Por más que le pongamos voluntad y onda, si decimos que todo ya lo sabemos, ¿para qué actualizarnos?: “que se actualicen los otros”.

El primer paso entonces para una real Actualización Doctrinario es bajar un cambio con el Ego y convencernos que la necesitamos.

El carpintero trabaja con madera y debe conocer sus características; lo mismo pasa con el artesano textil que debe conocer las propiedades de los hilos y las telas. La política trabaja con los seres humanos y la naturaleza, ¿sabemos realmente cómo funciona el ser humano, su mente, su cuerpo? ¿sabemos de la complejidad y diversidad de la naturaleza? ¿acaso no confundimos destruir con desarrollar?

En los últimos 30 años la neurociencia hizo enormes descubrimientos acerca del comportamiento humano, de cómo se producen las emociones, las creencias, los razonamientos, los estados de ánimos y las relaciones que existen entre ellos. ¿Los que se dedican a la política conocen los avances de la neurociencia en cuanto al comportamiento humano? ¿Acaso no es imprescindible conocerlos? ¿Si la emoción precede a la razón, no estaremos poniendo esfuerzos en el lugar equivocado? 

La globalización y el avance de las comunicaciones ha permitido correr el velo sobre innumerables

conocimientos y experiencias históricas ocultadas. Se nos ha hecho creer que hay una sola forma de organizar la sociedad, una sola forma del Derecho (el Derecho Romano); una sola forma de saber (el saber científico occidental); una sola forma de trabajo (el trabajo asalariado), una sola forma de medicina (la medicina occidental manejada por los grandes laboratorios), una sola forma de educar (con un maestro sabelotodo y alumnos silenciados) y así, en una lista de nunca acabar pareciera que seguimos pensando la realidad con saberes, filosofías, creencias y metodologías de siglos pasados, y que encima fueron traídas desde otras regiones. ¿Es que no ha cambiado el mundo? ¿Acaso no están apareciendo nuevos problemas, nuevas demandas, nuevos sujetos sociales y nuevos conocimientos? ¿No será tiempo que abandonemos el pensamiento único implantado fundamentalmente desde Europa?

Sócrates, Platón, Maquiavelo, Santo Tomás, Descartes, Hobbes, Kant, Hegel, Marx, y otros tanto pensadores aportaron sus teorías y conocimientos atravesados por sus épocas y experiencias, sin embargo seguimos tomándolos como referentes casi únicos. ¿Y qué hay de los pensadores latinoamericanos de nuestra época? ¿Acaso estamos leyendo/estudiando/conversando con Enrique Dussel, Franz Hinkelammer, Aníbal Quijano,

Rafael Bautista Segales, Alvaro García Linera, Katya Colmenares, Juan José Bautista Segales, Rita Segato, Rodolfo

Kush, Humberto Maturana, Enrique Martínez, Ramón Grosfoguel, Arturo Escobar, Ana Ester Ceceña, Carlos

Maldonado, Zulma Palermo, Santiago Castro Gómez, María Lugones, José Luis Coraggio, Edgardo Lander,

Catherine Walsh, Walter Mignolo, Boaventura de Souza Santos, Eduardo Restrepo, Emilse Cuda, Pablo González

Casanova, Karina Ochoa, Leonardo Boff  y tantos otros que piensan nuestro tiempo y sus problemas desde aquí

y desde el ahora?. Pareciera que con nuestros propios pensadores estamos en falta, los ignoramos, y nuestras universidades no ayudan.

Hay nuevas corrientes económicas como la “Teoría Monetaria Moderna” donde no se le teme a la emisión en tanto se busca la plena ocupación del trabajo. Hay nuevas formas de empresas como las “Empresas Sociales”, que se dedican a resolver demandas sociales sin descuidar el lucro. Hay nuevas formas de producir y consumir como la “Creación de Riqueza Comunitaria”, donde la Comunidad se organiza para producir, distribuir y consumir evitando que la riqueza se vaya hacia afuera. Sin embargo, pareciera que seguimos apostando al derrame y al capital como único ordenador de la economía. ¿Hacemos economía a ras del piso? ¿Nos ocupándonos de las necesidades cotidianas, o solo nos ocupamos de la macro economía, donde ya hay grandes jugadores y canchas bien inclinadas?

Nuevos paradigmas para organizar las sociedades y las ciudades nos deberían obligar a actualizarnos. La concentración urbana y el abandono de las zonas rurales demandan nuevas propuestas. Problemas de salud y alimentación requieren otros entornos productivos diferentes a los que heredamos desde hace cientos de años. Los hábitats deben integrarse a la Naturaleza con otros conceptos como los de corredores ecológicos, huertas urbanas y sistemas de bosques urbanos, donde podamos empezar a tener menos cemento y más verdes.

Se ha impuesto el pensamiento único de que los cambios los hacen los gobiernos y por ende la lucha política se concentra en cómo llegar al gobierno. Podría ser, pero para eso debería haber antes un poder popular con capacidad de influir o equilibrar a los otros poderes, caso contrario el Estado y sus Instituciones se inclinarán siempre hacia los poderosos. Nada pueden hacer los dirigentes y gestores de gobiernos populares sin un poder por atrás que los respalde. ¿Cómo construimos ese poder popular? ¿Cómo construimos autonomía? Son preguntas claves que requieren ser actualizadas ya que las Instituciones que regulan la vida en los sistemas democrático lo hacen según el poder y fuerza que tienen los sectores sociales. Un Pueblo sin autonomía estará siempre último de la cola.

El cuerpo humano no es un objeto, es un Proceso. Un proceso donde el cuerpo, la mente y el entorno que lo rodea interactúan en forma sistémica para cuidar y reproducir la vida. En este proceso los alimentos constituyen la principal fuente de energía y nutrientes, y el cuidado de la salud la principal tarea para que esa vida se desarrolle de la mejor forma posible. Alimentos y Salud tienen que ver con el hábitat, con el estado de felicidad, con la calidad nutritiva de los alimentos y con la voluntad y el conocimiento para una vida saludable. Todo esto se desenvuelve en la Vida Cotidiana, en el día a día. Ahí es donde debemos revisar nuestras prácticas que actualmente están más orientadas a la macro-política que a la micro-política cotidiana.

Está claro entonces que para que otro mundo sea posible debe haber otra forma de pensar al mundo. Y para pensar de otra forma tenemos que Hacer de otra forma, por eso necesitamos una Actualización Doctrinaria que, sobre todo, revise y actualice las prácticas. Nuevas prácticas nos harán pensar en nuevas teorías, en nuevos programas y en nuevas alternativas para que cada vez más gente viva mejor.

La seguimos en el próximo Segundo Diálogo: ¿Cuál debe ser el Criterio de Verdad?

Hasta entonces

Juan L Serra 

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