TERCER DIALOGO

Continuamos con Actualización Doctrinaria. Recordemos que el primer diálogo fue preguntarnos si
es necesaria una Actualización Doctrinaria. En el segundo diálogo buscábamos un criterio de verdad
que pueda guiar nuestros actos. En este tercer diálogo conversamos sobre “Política y Poder”
Decimos que La Política es una herramienta (una tecnología) que usamos los humanos para
organizar nuestras vidas en sociedades o comunidades. Si nos remontamos a los primeros pasos del
homo sapiens, sin duda que sus primeras decisiones y acciones políticas fueron cómo hacer para
Poder seguir con vida, es decir, cómo hacer para Poder conseguir alimentos y refugio.
La Vida está en la base misma de la Política, aunque después, a partir de esta base, hayamos
construido un edificio con numerosos pisos y andamiajes que la complejizan, la enturbian y hasta
nos hacen olvidar para qué hacemos política.
Cómo, dónde y quién aplica esa tecnología llamada política nos lleva directamente a la cuestión Del
Poder, con lo que podríamos decir que “la Política es el ejercicio del Poder”, y debería serlo para
preservar La Vida.
Hablamos de ejercicio del Poder porque si no podemos no hay política y todo quedaría entonces
en una idea o un deseo. Política y Poder nacieron juntos, imposible entender uno sin el otro.
La Política nace cuando la voluntad de un grupo, porque siempre fuimos comunidad, se organiza
para Poder Hacer. De ahí que según se entienda el tema del Poder, será el comportamiento del
político en su forma de Hacer Política. Y lo podemos ejemplificar viendo simplemente como se
comporta una persona cuando asume una responsabilidad de gestión o conducción política: como
camina, como habla, como trata a la gente, dónde vive, cómo vive, etc.
Por ello es que conversar sobre política es conversar sobre El Poder. Conversaremos sobre el Poder
entonces.
La ciencia política que estudiamos en casi todas las universidades del mundo considera a Max Weber
(1864 – 1920) el padre de la sociología moderna. Weber entiende el ejercicio del Poder como
“Dominación legítima ante obedientes”, donde la sociedad (pueblo/comunidad) delega el Poder y
debe comportase de manera obediente ante un Dominador que lo recibe. Traducido a la realidad
de nuestra Democracia Representativa, el Pueblo, que es la sede del Poder, lo transfiere a sus
representantes para que lo ejerzan.
Si todo esto funcionara bien, y Pueblo y Representantes vivieran felices, no habría nada que agregar.
Pero como la realidad muestra otra cosa, necesitamos revisar las prácticas y/o hacer una
Actualización Doctrinaria.
El pueblo delega su poder. El que lo recibe ¿Cómo entiende el poder recibido? ¿Lo entiende cómo
Dominación o como Servicio? Esta es la pregunta del millón que está en el centro de gravedad de la
acción política.
Si los que mandan lo entienden como Dominación, mandan mandando, y se corta el vínculo con el
Pueblo. El representante siente ahora que el Poder es de él y poco le importará lo que piense o
demande el Pueblo. Gobernará desde arriba hacia abajo fortaleciendo Instituciones burocráticas
que se representan a sí mismas, que se auto perciben como necesarias y que se olvidan para qué
fueron creadas. Una serie de vallas e impedimentos obstaculizarán la participación directa del
Pueblo y, para llegar hasta el Jefe, habrá que ser un experto gambeteador de laberintos. Esta forma
de mandar mandando se naturaliza y se la acepta como la única posible. El jefe ya no necesita
consultar, solo atiende las demandas del círculo que lo rodea y se inicia lo que hoy percibimos como
“crisis de representatividad”, donde los gobernados sienten que el representante elegido ya no los
representa.
Si los que mandan entienden el Poder delegado como Servicio, mandan obedeciendo a las
necesidades del pueblo, por lo que establecen una forma de diálogo permanente con él. Para ello
se buscarán Instituciones que prioricen lo participativo, más descentralizadas, sin tantas jerarquías
y con representantes y oficinas territoriales que puedan captar in situ las demandas populares. La
frase “mandar obedeciendo” fue usada por primera vez en Chiapas, México, en 1994, por El Frente
Zapatista de Liberación Nacional, y su razonable simplicidad puso patas para arriba los tradicionales
conceptos de la Democracia Representativa.
Pero avancemos con las características que definen al Poder visto ahora desde el lado del Pueblo.
¿Qué pasa si nadie obedece? ¿Qué ocurre si al hermoso supermercado no va nadie? ¿Quién produce
si los trabajadores no van a la fábrica? ¿Quiénes son los que hacen que las cosas Puedan funcionar?
¿Quiénes son los que tienen el Poder de hacerlas funcionar? ¿Qué ocurre si nadie quiere ir a la
guerra? ¿Quiénes son los que logran cambiar leyes cuando salen movilizados a la calle? Sin duda
que es el Pueblo. Sin dudas que en el Pueblo radica el Poder, un Poder que está siempre como
Potencia, que a veces se transforma en fuerza activa y otras veces no; a veces se transfiere a
representantes que lo obedecen y otras veces no.

Desentrañar los factores que llevan a que un Pueblo sea consciente de su Poder y lo ejerza,
constituye la principal tarea de la militancia si queremos construir mejores modos de vida. Y esta es
una tarea de Actualización Doctrinaria.
Si no hay construcción de Poder Popular las acciones políticas efectivas serán patrimonio de otros
sectores que saben apropiarse del poder popular.
¿Es consciente el Pueblo de su Poder? ¿Lo ejerce? ¿Por qué el Pueblo no ejerce el Poder? Para poder
ejercer el Poder hay que tenerlo, pasar del estado de potencia al estado de acción, y eso no cae del
cielo ni lo da un buen discurso o una buena ley, es una construcción desde la vida cotidiana donde
el Pueblo, en la práctica del día a día, se va despejando de engaños, miedos, falta de conocimiento,
manipulaciones, egoísmos individualistas, educación competitiva, inventos sociales como el
patriarcado y el racismo, y se va reconociendo como individuo que puede ser autónomo, que
revaloriza su fuerza de trabajo y que hay muchos otros igual que él que necesitan juntarse para
poner en práctica otro modo de vida.
La construcción de autonomía popular en el Saber Hacer y Hacerlo, en todos los ámbitos de la vida
(producción, consumo, salud, educación, seguridad, recreación, ciencia, etc.), posibilita la
recuperación del poder a manos del Pueblo. Solo con contemplar detenidamente un día de
nuestra vida cotidiana descubrimos las múltiples formas en que cedemos el Poder.
¿Qué deberíamos contemplar en nuestra Actualización Doctrinaria?
Junto con la construcción de Poder en el día a día, deberíamos tener en cuenta que, como nos indica
el Pensador y Filósofo argentino Enrique Dussel, el Poder tiene tres características o
determinaciones: “El Poder de un Pueblo es su Voluntad de querer vivir. Pero esa voluntad dispersa
en cada uno carece de fuerza. Esa voluntad necesita ponerse de acuerdo, no tirar cada uno para su
lado: necesita Consenso. Voluntad y Consenso no alcanzan, necesitan transformarse en acciones
que sean Factibles”.
EL PODER DEL PUEBLO DEBE SER: VOLUNTAD DE VIDA + CONSENSO + FACTIBILIDAD
Esta ecuación nos invita a reflexionar sobre los caminos posibles para que cada vez más gente viva
mejor.
La seguimos en el próximo CUARTO DIALOGO: EL MODO DE VIDA MODERNO
Hasta entonces
Juan Luis Serra
Por ahora, felicitaciones. Luego intentaremos meter la cuchara.
muchísimas gracias