Termino de verla, si, a ella, única.

Me permitiré referirme de aquí en más a ella, por su nombre propio; no sólo porque “entre compañeros y compañeras no hay charreteras”, sino –y sobretodo- porque ya ha sido bautizada al calor del amor de su pueblo, por lo que es y será siempre: Cristina.

Primero, quiero empezar por su mensaje, y no me refiero a lo hablado en su elocución, sino en lo que ella dijo más fuerte, más claro y fue, tal vez, lo más novedoso; su condición de humana.

Hace unos días, en una entrevista muy bien llevada en la señal C5N, por el periodista Pablo Duggan, Cristina aclaró que, a pesar de que quienes la odian y quienes la aman (que hacen, digamos, al 99% de las y los argentinos, pues indiferencias genera muy pocas) parecen no percatarse ella es un ser humano y, esta vez, por si la interpretación de texto falla, la imagen dijo más que mil palabras y ella decidió salir rodeada y convertida, ya no solo en conductora, sino en abuela y mama. Es que las niñas y los niños son un mensaje muy fuerte, imposible de soslayar, como el abrazo al hijo. Inquietos por momentos, soportaron estoicamente mientras hablaba la abuela y terminaron jugando con muñecos de trapos y saludando a quienes vitoreaban a la Abu.

Fueron ellos, presentes por vez primera, el más novedoso mensaje. El más fuerte. Y para quien escribe, que guardaba una obstinada esperanza, fue leído como un –nuevo- “no”.

Lo segundo que noté es la distancia que hay entre ella y el resto, todo el resto. Cualquiera. Y no es que me den igual, algunos me gustan más, otros menos, un par ni me gustan un poquito. Pero en todos los casos, no hay quien pueda tomar ese bastón aun y he ahí la mayor encrucijada: una dirigencia que no está (digamos manteniendo la esperanza: “aún”) a la altura y un pueblo desmovilizado en la general y poco organizado en su faz militante. El que no reacciona, todavía, al intento de femimagnicidio.

Nadie está listo para recibir la posta, y no están las bases suficientemente organizadas para encumbrarme. Que dilema.

Sobre el escenario, dos tribunas, en las que estaban artistas, trabajadores y trabajadoras organizados y los que no lo están como tal sino como movimientos sociales, la primera y la tercera de la provincia que es el país y los iconos más claros de “este lado de la vereda”. Su guardia pretoriana más cercana, la familia, de cada lado los generacionales del trasvasamiento separados en distancia como en internas, un gobernador con (casi) el 40% por ciento del padrón (y uno de cada dos votos del Frente como se vaya a llamar), uno del norte (ya ganador y con poco compromiso de necesidad con el que estaba en Chapadmalal) y la cuñada del sur; para terminar el aliado que la denuncio y los de siempre.

No sé si en el escenario, pero en la Plaza y en las diagonales puedo decir que se esperaban certezas y gestos y la mayor insistencia se ponía en el canto que más se escuchó y que mejor se aprendió la tropa: “Cristina Presidente” (o lo que es lo mismo “Una más y no jodemos más”), a pesar que hubo un sector vip de la militancia que fue con otros cantos y consignas, hasta ellos se dejaron vencer por el clamor de la espontaneidad de las bases.

Quizás por esto, Ella no quiso, o no pudo, hacer un señalamiento, mientras preocupa cómo avanza el calendario electoral, mientras el consuelo es que aquél, seguramente, hubiera sido peor.

Es mi humilde opinión, que el tiempo apremia, que no se va a poder pasar tan fácil, para los que estamos aquí, del “CRISTINA PRESIDENTE” a fulano o mengana presidente (la minúscula no es casual).

Por detrás, aparece lo que se dijo, resumido en cinco ideas, no programáticamente expresadas:

Más Estado y su fortalecimiento.

Renegociación política de la Deuda Externa con el F.M.I.

Modelo de crecimiento productivo y de valor agregado, aliado con el sector privado.

Renovación del Pacto Democrático.

Democratización de todos los poderes del Estado, pues falta el judicial.

Para terminar, me permito la expresión de algunos pareceres.

Es Cristina lo único en el horizonte firme y claro para quienes estamos inscriptos en los procesos nacionales y populares, este debe ser el punto de partido de lo que sea que venga.

La conjunción de los que pedían la foto el 25 de mayo permite no solo pensar en el balotaje, sino soñar con una primera vuelta.

La interna por la sucesión esta desatada.

Es terrible, a estas alturas pedir un programa, pues es la confesión directa de su inexistencia, pero hay que hacerlo o, por lo menos, ponerse de acuerdo en las ideas programáticas fuertes.

Finalmente, en medio de la contienda electoral provincial, no encontró la tucumanidad la representación directa de este sentir de la política. Es que ningún candidato se corrió de la pelea por los votos, para hacerse de la pelea por la política.

Ningún candidato se dijo y se narró Peronista, como Ella, como Cristina se narra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *