Dos modelos políticos en una misma realidad, que con sus causas y efectos nos llevó a esta encrucijada electoral.

Muchas de las personas que se dedican a tratar de explicar cual es la “razón” que mueve las decisiones de los electores a apoyar a tal o cual candidato presidencial; aquellos votantes que optan por la opción de Sergio Massa no se pueden explicar cómo existan personas que decidan acompañar a Javier Milei a que acceda al mayor cargo ejecutivo del país; y a su vez los votantes de Milei, no pueden entender como los “patriotas” (de unión por la patria) pueden acompañar al actual ministro de economía a ser presidente.

Y es aquí en donde nuevamente la historia, trasmutada en memoria (ya que la memoria siempre será un lugar subjetivo) comienza a dar cuenta del porqué de los razonamientos de una o de las otras partes.

El lugar simbólico que siempre detento el Peronismo en el ideario popular, sigue tan vigente como siempre, sigue siendo ese lugar preferido de la casa, aunque la casa tenga lugares tenebrosos por momentos, el peronismo sigue siendo el reducto romántico que motoriza a esperanza de estar mejor, aunque algunos actores que dicen enarbolar sus banderas, hagan todo lo contrario a sus consignas.

Independientemente de ese rol simbólico que es el peronismo es para la gente, mucho de sus dirigentes se encargaron de honrar a estos preceptos políticos de justicia social y realizaron muchísimas acciones en pos y en favor del pueblo, avivando las llamas de esa fuerza esperanzadoras que, volviéndose políticas públicas, muestran que existen aún un movimiento político que da soluciones y beneficios a su gente.

Por otro lado, el lado derecho de la historia podríamos decir, se piensa en un país sin peronismo, sin estado y sin más Dios que el dinero y el libre mercado, una derecha que sueña por hacer de argentina su tierra prometida, recortando derechos, subsidios y demás presupuestos que son considerados “gastos” por este sector político.

Ahora bien… ¿porque un Sergio Massa, actual ministro de economía, con una alta inflación, con compañeros que se les descubre cosas turbulentas, y con el desgaste propio de estos tiempos de pandemia y guerras, de la gestión actual de Alberto Fernández, sigue siendo atractivo para mas de un tercio de la población con capacidad de votar?

Y … ¿Por qué Javier Milei, proponiendo violencia publica, que es televisada diariamente, proponiendo recorte de subsidios, de educación, de salud, diciendo que las mujeres no tienen privilegios, que los jubilados son un lastre y que la AFJP deberían volver, proponiendo la ausencia del estado en seguridad y demás quitas de calidad de vida, aún sigue ostentando un tercio del electorado?

así también es nuestro deber no debemos dejar de pensar en todas y en todos esos argentinos y argentinas que decidieron «no ir a votar» que esa misma inacción ya es un mensaje también electoral.

Para poder esgrimir de una manera, alguna respuesta podríamos decir que la memoria, ese lugar subjetivo de una sociedad, se ve inundada de imágenes que forman su pensamiento y este pensamiento forma sus emociones, y estas emociones definen su foto; es ahí entonces en donde los que intentamos de una manera u otra explicar los fenómenos electores encontramos tierra fértil donde plantear algunas dudas donde crezcan las certezas.

Primera pregunta: ¿no será que la construcción inmediata (como casi todo lo es inmediato en estos tiempos de redes sociales) viene a exigir al ciudadano que emita su opinión y su postura “ya” sin más análisis que esa abrumadora secuencia de imágenes históricas donde se mezclan la corrupción de la política, con las políticas públicas que benefician a la gente?

Segunda pregunta: ¿la ciudadanía tiene herramientas post electorales para aprobar o desaprobar el accionar de algunos actores políticos a lo largo de su mandato, o solo se ve obligado a opinar cuando es convocado a las urnas, acumulando más sensaciones por 4 años?

Tercera pregunta: ¿podría ser que el mismo sistema electoral no encuentra las verdaderas herramientas de participación ciudadana que garanticen que el ciudadano a la hora de votar no se encuentre entre la espada y la pared, entre el abismo y lo que hay detrás?

Cuarta Pregunta: y esta creo que es la más importante: ¿usted sabrá pararse históricamente en su vida y en la de sus antepasados, proyectando el futuro de sus hijos a la hora de elegir su voto?  

Por GP

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