
Los medios de comunicación concentrados son aquellos que están controlados por un pequeño número de grandes empresas o conglomerados, que tienen una gran influencia en la forma en que se presentan las noticias y la información al público. Este tipo de medios tienden a dominar el mercado, lo que les da una gran capacidad para establecer la agenda pública y moldear la opinión pública.
Uno de los principales problemas de los medios de comunicación concentrados es la falta de diversidad en las voces y perspectivas que se presentan en las noticias. Las grandes empresas de medios a menudo promueven una narrativa particular o un punto de vista que refleja sus propios intereses, lo que puede dejar fuera las voces de grupos, comunidades subrepresentadas. Esto puede llevar a una visión sesgada y limitada de los temas, lo que perjudica el proceso democrático.
Además, los medios de comunicación concentrados pueden presentar información incompleta o inexacta, ya que los intereses económicos y políticos de las empresas dueñas o de los patrocinadores pueden influir en la forma en que se presenta la información. La falta de diversidad en los puntos de vista y las fuentes de información puede llevar a una distorsión de los hechos y a una falta de transparencia en la presentación de noticias.
Otro problema es la influencia que los medios de comunicación concentrados tienen sobre la cultura popular. La promoción de determinados productos, artistas o valores por parte de estas grandes empresas puede llevar a la homogeneización de la cultura y la falta de espacio para la diversidad y la creatividad.
En este marco, los medios concentrados de comunicación influyen en la percepción que la comunidad tiene sobre la realidad que la circunda. No es extraño apreciar como determinados sectores, mayormente vulnerables, defiendan con notable entusiasmo propuestas que le son ampliamente perjudiciales.
La estructura comunicacional desarrollada por los medios concentrados de comunicación tiende a descalificar, y hasta ridiculizar, cualquier expresión que le sea contraria a sus intereses al punto de demonizar a aquellos actores, políticos o sociales, que le son adversos.
Ante esto, la conciencia social de la audiencia es fundamental. Una audiencia que interpreta de manera crítica los contenidos que se le presentan, que los contrasta con la basta información disponible sobre los diferentes temas y que evalúa la calidad de los contenidos recibidos, de manera activa es el camino para enfrentar la tan mentada generación de sentido por parte de los medios dominantes.